La delegación tachirense ha estado lista 2 veces: los muchachos han arreglado un equipaje liviano para ir a Mérida y casi al momento de abordar la buseta les comunican que el encuentro ha sido suspendido, sin explicar las causas de la decisión.
Esto impacta en el ánimo de los jugadores, quienes se preparan física y mentalmente para afrontar un compromiso que se remonta a años de rivalidad regional. También toca el bolsillo de los padres y representantes, pues el talento debe llevar algo para el avío, en estos momentos cuando las selecciones son subvencionadas por el precario sueldo de casa.
El irresponsable remezón afecta a otras instancias, pues la coordinación de transporte del Instituto del Deporte Tachirense destina la única buseta que ha podido recuperar de la chatarra para que las delegaciones deportivas de conjunto cumplan con sus compromisos. Un lujo que el IDT trata de mantener a como de lugar y que ha sido bien considerado por las asociaciones deportivas, por cuanto, el solo pago de un transporte ha puesto en retirada a más de un dirigente.
Según el cronograma de la Coordinación de transporte, la buseta regresaba de Barinas e inmediatamente recogería a los futbolistas para llevarlos a Mérida, pero, el viaje quedó suspendido, la ilusión de los futbolistas, por segunda ocasión, rota, y otras solicitudes aplazadas.
En tiempos de relativa abundancia, esta imprudencia hubiera pasado desapercibido. El IDT contaba con 4 unidades bien equipadas, a los muchachos se les dotaba de uniformes, alojamiento y alimentación, sustentado por el IDT, pero, después de la instauración de la marea roja las condiciones cambiaron radicalmente y hoy, esa convocatoria tiene que hacerse sobre las bases de la certeza para ahorrar y estirar unos recursos que llegan a cuenta gotas. Ojalá en la tercera convocatoria los muchachos puedan jugar.
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